Make your own kind of music
"But you've gotta make your own kind of music
sing your own special song,
make your own kind of music
even if nobodyelse sing along."
The Mamas & The Papas
9 de julio de 2006. Palma. Se descuelga el teléfono:
-¿Has visto eso, tío?
-Increíble. ¿Por qué es así?
-No sé tío, es Dios.
¡Qué grande es!
[...]
Sólo un minuto antes de esa llamada de teléfono, en Berlín y ante millones de miradas, Zinedine Zidane le marcaba un penalti al italiano Buffon en la final de un Mundial al estilo en que el checo Antonín Panenka le daba la victoria a su selección en la Eurocopa del '76 ante Alemania. (Si se me permite la subjetividad, el de Zidane supera en belleza al de Panenka).
La conversación telefónica es una reproducción de mi llamada a Sergio, justo después de que Zidane hiciera que se me saltaran las lagrimas con ese gol y que me sintiera más francés que las Tullerías o el Sena.
Lo que vino después todos lo sabemos y lamentablemente será recordado mucho más que el penalti. Obviamente no voy a defender lo indefendible porque hasta el propio Zidane, en un gesto que le honra, ha reconocido una y mil veces que lo que hizo no es correcto y que espera que ningún niño repita su inoportuno "punch de cráneo". (Un artículo aparte se merece la actitud de Materazzi, uno de los defensas más duros por antonomasia del fútbol italiano que ya es duro de por sí, y que se está forrando a costa de algo que sería mejor olvidar a base de libros y anuncios).
Pero vamos al caso, sólo 3 meses después de haber tocado el cielo, de ser considerado como el mejor jugador del Mundial, ¿quién se acuerda ahora de Zidane? Sólo algunas noticias aisladas como su nominación a premios como el Fifa World Player o el Balón de Oro nos traen a la memoria al que se fue aun cuando le quedaba mucho por enseñarnos.
Y es que a un par de días para el clásico y con un Madrid titubeante, que parece por fin ha reforzado una parcela del campo huérfana desde que se fue Claude Makelélé (¡Qué partidazo el otro día contra el Barça!) y que depende del siempre cuestionado Guti para darle fluidez a su juego y llegar con clase y claridad al área rival, ¿quién se acuerda de que el francés jugaba en ese sitio en el que se le hace daño al rival? ¿De que sólo hace tres meses llevó a una selección a priori ya acabada como la francesa a casi ganar un Mundial? ¿Quién no piensa que ahora que sus espaldas estarían cubiertas con la telaraña que está formando Capello en la medular Zidane tendría la libertad para crear y para deleitarnos con sus clases de baile sobre el césped?
Las últimas y tempestuosas temporadas en La Casa Blanca le quemaron y decidió dejarnos huérfanos de su fútbol aun teniendo mucho más que ofrecernos. No le culpo. Porque como cantaban The Mamas & The Papas, Zidane era capaz de hacer su propio estilo de música. Incluso en el fútbol de los últimos tiempos en el que casi todos bailan al ritmo de lo físico y del "ganar ante todo", Zizou rozaba la perfección de movimientos, la armonía total del fútbol-control. Y todo, haciendo laclase de música que a él le gustaba y que era simplemente, DIFERENTE.
Ay Zizou, ¡cómo me gustaría poner el partido el domingo y verte en el césped del Bernabéu y que tuvieras una partitura más que tocar!
9 de julio de 2006. Palma. Se descuelga el teléfono:
-¿Has visto eso, tío?
-Increíble. ¿Por qué es así?
-No sé tío, es Dios.
¡Qué grande es!
[...]
Sólo un minuto antes de esa llamada de teléfono, en Berlín y ante millones de miradas, Zinedine Zidane le marcaba un penalti al italiano Buffon en la final de un Mundial al estilo en que el checo Antonín Panenka le daba la victoria a su selección en la Eurocopa del '76 ante Alemania. (Si se me permite la subjetividad, el de Zidane supera en belleza al de Panenka).
La conversación telefónica es una reproducción de mi llamada a Sergio, justo después de que Zidane hiciera que se me saltaran las lagrimas con ese gol y que me sintiera más francés que las Tullerías o el Sena.
Lo que vino después todos lo sabemos y lamentablemente será recordado mucho más que el penalti. Obviamente no voy a defender lo indefendible porque hasta el propio Zidane, en un gesto que le honra, ha reconocido una y mil veces que lo que hizo no es correcto y que espera que ningún niño repita su inoportuno "punch de cráneo". (Un artículo aparte se merece la actitud de Materazzi, uno de los defensas más duros por antonomasia del fútbol italiano que ya es duro de por sí, y que se está forrando a costa de algo que sería mejor olvidar a base de libros y anuncios).
Pero vamos al caso, sólo 3 meses después de haber tocado el cielo, de ser considerado como el mejor jugador del Mundial, ¿quién se acuerda ahora de Zidane? Sólo algunas noticias aisladas como su nominación a premios como el Fifa World Player o el Balón de Oro nos traen a la memoria al que se fue aun cuando le quedaba mucho por enseñarnos.
Y es que a un par de días para el clásico y con un Madrid titubeante, que parece por fin ha reforzado una parcela del campo huérfana desde que se fue Claude Makelélé (¡Qué partidazo el otro día contra el Barça!) y que depende del siempre cuestionado Guti para darle fluidez a su juego y llegar con clase y claridad al área rival, ¿quién se acuerda de que el francés jugaba en ese sitio en el que se le hace daño al rival? ¿De que sólo hace tres meses llevó a una selección a priori ya acabada como la francesa a casi ganar un Mundial? ¿Quién no piensa que ahora que sus espaldas estarían cubiertas con la telaraña que está formando Capello en la medular Zidane tendría la libertad para crear y para deleitarnos con sus clases de baile sobre el césped?
Las últimas y tempestuosas temporadas en La Casa Blanca le quemaron y decidió dejarnos huérfanos de su fútbol aun teniendo mucho más que ofrecernos. No le culpo. Porque como cantaban The Mamas & The Papas, Zidane era capaz de hacer su propio estilo de música. Incluso en el fútbol de los últimos tiempos en el que casi todos bailan al ritmo de lo físico y del "ganar ante todo", Zizou rozaba la perfección de movimientos, la armonía total del fútbol-control. Y todo, haciendo laclase de música que a él le gustaba y que era simplemente, DIFERENTE.
Ay Zizou, ¡cómo me gustaría poner el partido el domingo y verte en el césped del Bernabéu y que tuvieras una partitura más que tocar!
2 Comments:
que razon tienes, yo lo critique, pero ahora seguro que tendria un hueco en este equipo. zizou eres grande, alberto eres grande.
CUANTO PELOTEO
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